Bla Bla Bla
Me gusta cuando la gente me habla.
Veo sus ojos brillar como cien soles,
dos botellas de ron miel,
Enfocan a mis oídos de mármol,
más sordos que un muro inglés.
Mastican vocablos y los rompen en penas,
quejas de anciano guerrero,
pesadillas sin parpadear.
Me gusta cuando creen que escucho.
Veo en sus pupilas caballos galopando
por los senos de una sierra murciana de ensueño.
Se corren hablando de sus sequías, de su fortuna
disfrazada de ríos de sangre esponjosa, sin rumbo.
Hablan. Dicen que si bla esto que si bla
no los ama, que bla es más cerdo
que su propia pezuña de mierda.
Bla bla bla...
Bla es, sin duda, un hijo de puta.
Hablan de torres de madera en lo alto
de unos botines de piel; hablan de los que están hablando.
Se rozan con sus propias astillas, y lloran.
Siempre lloran más espinas de mierda helada, y les duele
llorar, y les duele bla. Puto bla —
El estoque de sus lenguas los mata.
No dejan de suicidarse por idiotas, cobardes.
Latigazos que marcan su fugaz carrera
por las neuronas de una olla exprés.
Y siguen...
Más bla que te bla.
Son gallinas picoteando su coño peludo.
Moscas que comen la mierda que dejan ellas mismas,
y vomitan, y mueren...
y bla bla bla —
Me encanta cuando la gente me habla.
Sus pelos se enrollan entre los dedos de sus manos.
Cae su tacto.
Se enjuagan con el rocío de los ojos, y quedan ciegos.
Comen de su boca, echan sal y azufre a la lengua,
y ni saben de sabores.
Agujerean sus fosas nasales, las hacen más aerodinámicas,
respiran vapor de somníferos, y pierden el don
de oler la orina, las flores, y esnifar copos de hierro.
Y el oído...lo perdí yo por ellos,
no vaya a ser que uno de mis nervios
pidiera la baja por depresión.
Pero la paciencia...
¿Por qué no la perdí a ella?
Otra vez al mar muerto de los peces de sal,
tiburones reflectantes, ballenas de bla bla bla,
y vuelta de hoja, puntos sin final, coma a media caída,
disparo de salida y....
BLA BLA BLA.
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