domingo, 16 de agosto de 2015

Deseos indeseados

Deseos indeseados

Quiero pensar que aquellos granos que veo
en el rostro de mi suerte,
son estrellas fugaces a la espera
de que llene su saco con deseos de felicidad amarga,
de sueños con forma de puzle,
de amores perennes en mi podrido tronco de mierda.
¡Que exploten de agonía aquellos forúnculos de cera maloliente!
Yo, mientras, estaré escapando del cielo de las hadas
para ir al bar del Infierno.
He oído que es la hora feliz y, esa,
es la única hora feliz que conozco.
Podría rogarles a las nubes de azufre y escorbuto
de los condenados
que me dieran un padre que no dependiera del alcohol
para hacer latir su corazón en dirección de su depresivo y suicida
hijo.
Que me dieran los dones que me permitiesen cantar
sin que me acuchillen bravucones, sin más cerebro que estupidez.
Que NO me ilusionasen con posibles besos
que jamás salieron
de su mansión abandonada.
Que No me prometan, con un susurro,
abrazos caducos de magia, sin nada que aportar a mi estantería.
Que NO juren valor a las personas que están fuera del mercado
de la plenitud moral.
Que deshagan los nudos que estremecen mi voz de desequilibrado.
Que dejen de bañar mis ojos en los fríos lagos de odio,
rencor, tristeza, desaliento—
Que jamás volverán aquellas hienas de afilados colmillos de inseguridad.
Que dejen de enviarme abrigos en una inquietante tempestad helada.
Que cesen los aplausos a los locos de mierda como yo.
Que dejen de alimentar mi asquerosa sonrisa
para luego romperme los dientes
como si fuera una finísima capa de cristal.
Que un cazador se quede ciego
por la virtud de un niño que agoniza.
Podría pedirles a esas apestosas
heces del pecado más cosas para mi fortuna

pero ¡JODER, NECESITO ESCRIBIR!

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