miércoles, 18 de marzo de 2015

A las puertas de la oportunidad

A las puertas de la oportunidad


Esta tarde he ido a la cervecería con unos amigos
a las 6 de la tarde.
Nada más entrar al bar
he metido un euro en la mesa de billar
-el billar es poesía para mí;
me ayuda a despejarme de toda esta mierda.-

Después de una cuántas partidas, más o menos
con final feliz,
ha venido una amiga mía.
Una chica de la que me encapriché en su momento
para que luego ella me mintiera,
se riera de mí
y, en lugar de fijarse en mí
(tras meses de vana confianza)
acabó en los brazos de un idiota
al que llamo colega.

Pero bueno, la perdono
y a vivir una vida que requiere billar y poesía
para quitarse aquellas sanguijuelas
que llevo pegadas al culo.
Dimos unos pasitos atrás en el tiempo
para comenzar desde ese punto.
Un puto presente de cartón.
Ahora, ese presente falso entra por la puerta
de mi bar favorito
y nos da un par de besos a cada uno.
Y en mi caso incluso me abraza,
después de todo lo ocurrido—
Eso es olvidar a golpes de miedo
a la soledad.
Lo ha clavado.

Salimos todo el grupillo de amigos a fumar
a la puerta.
Comenzaba el invierno y nuestras manos
y narices se congelaban.

Mi amiga de vida nueva, pero pasada,
no paraba de decir locuras.
se le encienden los ojos y brillan en la oscuridad.
Sus labios casi se parten por la tensión
al forzar la sonrisa más falsa del TEATRO.
Se notaban sus carencias afectivas
en la luz de sus vidriosos pómulos.
Están pálidos y desesperanzados.
Pero yo la quise...¿?

En uno de sus actos de locura enfermiza
a cualquiera enamoraba en ese momento—
se puso a regalar besos.
Otro amigo mío
(éste no era del todo idiota)
acepta el beso encantado.
Vemos cómo se besan.
Apenas un roce tonto de labios;
sus lenguas ni se conocieron,
y sus labios apenas se saludaron.
Creo que uno de los dos cerró los ojos
o los dos
pero no estoy seguro.

Después de aquel mágico momento de mierda
mi amiga me pregunta si quiero un beso también.
Claro que lo quería, pero después de tanta putada
en la vida anterior a la nueva vida pasada
no vi normal darle un beso.
Pero ese beso habría significado mucho para mí.
Habría completado una carrera, pero ya innecesaria,
No, no hubo tal beso...

Lógico y normal ¿no?
Ahora me arrepiento de no haberlo aceptado.
Esta noche no dormiré
y planteo declararme mañana
e intentar salir con ella.
Incluso me empalmo pensando en ella—
Pero todo se quedará en una erección.

Y yo me compadecía
por sus carencias afectivas
y amorosas.

Del libro "Viento embriagado" (2015)

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