lunes, 23 de marzo de 2015

La discusión

La discusión

Se me puso enfrente,
cara a cara,
con esa mirada de idiota
empedernido
y con ese aire
de triunfador que en su vida
ha logrado
cagar como un campeón de verdad.
Me miró
con pinta de chulo
y me dijo:
“Mírate detenidamente.
Eres feo,
gordo,
te crees mejor
que los demás,
cuando no vales ni
la mitad del cordón
de un zapato.
Hueles a cerveza,
eres más cobarde
que una mosca que revolotea
tu cocina buscando
tu paciencia.
Bebes porque no te ves capaz
de luchar contra el día a día.”
A lo que le dije;
“Y tú no eres mejor que yo.
Insultas a la gente
porque no te atreves
a insultarte a ti mismo.
Sabes que soy una gran persona,
pero he sufrido mucho en la vida.
He luchado contra ti durante muchos años
Porque no dejas de fastidiarme.
Ya solo me queda el alcohol,
el tabaco
y la soledad.”

Por el calor de
la discusión,
me cabreé
y rompí el espejo
de un puñetazo.

La mano me sangraba a chorros
y me sorprendí al ver
lo roja que era mi sangre.

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